martes, 27 de noviembre de 2018

Ángeles en la oscuridad III






Reunidos en la órbita del planeta, los Ángeles Sangrientos sabían que no podían dejar que la amenaza tiránida campase a sus anchas. Y aunque no eran suficientes... tenían que aniquilarlos...








El destacamento de Ángeles Sangrientos liderados por el capitán Lucio se estaba preparando para desembarcar de nuevo en aquel planeta donde habían confirmado presencia tiránida. Era su deber erradicarla antes de que se hicieran más fuertes.

Capitán, hemos localizado una zona de aterrizaje segura. Está en una zona urbana en ruinas.

No se hable más —contestó Lucio—. Nos dirigiremos allí inmediatamente.


Mientras, Lucio se dirigió a la cámara apotecaria a comprobar el estado de su capellán.

Hermano Zargo ¿Cómo te encuentras? —preguntó Lucio.

En excelentes condiciones de purgar xenos, capitán —respondió Zargo sin titubear.

Justo lo que esperaba oír. Prepárate, hemos puesto rumbo hacia el planeta. En marcha.

Enseguida capitán.


Una vez en la zona, el destacamento recuperado y aumentado desembarcó en una estación de aterrizaje.

Volved a órbita, os mantendremos informados —ordenó Lucio a su nave.

¡Si, señor!

El resto, manteneos alerta. No sabemos lo que nos vamos a encontrar aquí…

Los marines empezaron a tomar posiciones sin recibir ninguna señal de amenaza tiránida, hasta que…

¡Señor, ahí vienen!




A lo lejos, en el cielo, comenzó a aparecer un enjambre tiránido volador.

¡Preparaos y esperad a que estén a tiro! —gritó Lucio.

¡Señor! —alertó un marine—.¡Detecto numerosas señales cerca!

¡Formad un perímetro! Esta vez no nos cogerán por sorpresa. —ordenó Lucio.

Los marines se dispersaron por escuadras cubriendo el perímetro y cuando llegó el momento…

¡Fuego! —gritó un sargento.


La munición de bolter empezó a silbar por doquier. Pero los tiránidos alados eran blancos difíciles.


¡A cubierto, Aeróvoro! —dijo un marine, antes de ser abrasado por el ácido corrosivo del Aeróvoro.

¡Abatidlo, ahora! —gritó Zargo mientras lideraba  la carga.

Varios marines cayeron antes de que la escuadra de asalto abatiera a la bestia gracias a sus retroreactores pero con su último y frenético aliento, acabó con numerosos marines e hirió a Lucio levemente.



Mientras el enjambre alado atraía el fuego, genestealers y gantes se acercaban peligrosamente, ocultos entre las ruinas y un enjambre de gárgolas alcanzó a la escuadra intercessor.

Adelante marines ¡Por el emperador! —animaba Zargo mientras alzaba su crozius.





Las gárgolas solo eran una distracción. Rápidamente acabaron con ellas pero un enjambre de minas cayó sobre ellos, estallando en ácido y acabando con Zargo ante la mirada impotente de Lucio.



¡Zargo!¡No! —gritó Lucio mientras llegaba a él.

Mátalos a todos…hermano… —dijo Zargo, mientras exhalaba su último aliento.



Pero no había tiempo para lamentarse. El resto de tiránidos estaban ya muy cerca.

—¡Replegaros! —ordenó Lucio—.¡Se acercan por aquellos edificios!


Cuando los genestealers llegaron, liderados por un líder de progenie, empezó el combate real. Aunque muchos fueron abatidos por los disparos, solo hacen falta unos pocos genestealers para provocar una masacre. La escuadra de asalto fue mermada en un abrir y cerrar de ojos junto con los exploradores que habían bajado del landspeeder.







¡Retiraos! —ordenó Lucio mientras cargaba con ira—.¡Retiraos y disparad! Yo me encargo de su líder.



La rabia se había apoderado de Lucio, que se dirigía solo hacia el líder de progenie, un adversario poderoso incluso para un capitán.

— Acabaré contigo, bestia inmunda — dijo Lucio mientras encaraba al líder de progenie.

Mientras Lucio combatía con la bestia, sus marines acababan con el resto de la progenie genestealer. Sin embargo, y aún herido, el líder de progenie hirió gravemente a Lucio mientras gritaba complaciente.


¡Aun no has acabado conmigo! —grito Lucio mientras se levantaba, pues el deber solo acaba con la muerte.

Lucio consiguió herir de nuevo al líder, pero cayó inconsciente debido a sus heridas.


¡Ahora, fuego! —ordenó el sargento de la escuadra intercesor.

Una lluvia de fuego de bolter cayó sobre el líder de progenie, que fue fusilado sin piedad.

Los tiranidos habían sido erradicados de la zona, pero se habían cobrado un alto precio…

¡Capitán!¡Capitán responda! —gritaba el sargento intercessor—. Avisad a la nave, que nos recojan aquí ¡rápido!


Continuará...


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