martes, 23 de abril de 2019

Ángeles en la oscuridad IV


La nave llego rápidamente a la plataforma skyshield.

¡Subid al capitán, rápido! Nosotros nos quedaremos aquí y avanzaremos. Tenemos que proteger esta localización. —ordenó el sargento intercessor.




La nave partió con el herido Lucio, mientras sus marines, al mando del sargento de la escuadra intercessor, tomaban posiciones en un complejo mecánico cercano. Pronto llegarían mas tiránidos, pues esta raza no es conocida por rendirse fácilmente... 

Mientras, Lucio era sanado de urgencia por el apotecario.

—¿Dónde...? ¿Qué ha ocurrido? —preguntó Lucio, desorientado.

Estamos en la nave, capitán —respondió el apotecario—. Aguantaron el embate volador, aunque Zargo cayo en combate. Estoy realizando curas de emergencia, debemos volver ahí abajo. Esta vez, iré yo también.

Gracias, es un honor tenerte a nuestro lado—le dijo Lucio.

Listo, en marcha —respondió el apotecario.


De vuelta en tierra, el capitán Lucio junto con el apotecario y algunos refuerzos se unieron al resto de marines.

Me alegra verle de nuevo entre nosotros, capitán. Apotecario —dijo el sargento intercessor mientras realizaba una pequeña reverencia.

Me alegra estar de vuelta, marine. Informe —ordenó Lucio.

Las lecturas auspex muestran que están cerca. No deberíamos tardar en verlos. Y son muy numerosos —contestó el sargento.

¡Ya vienen! —gritó un marine explorador.



A lo lejos, divisaron una marea oscura de criaturas tiránidas.




Las bestias vieron a su presa. Y entre rugidos y sonidos infernales comenzaron su avance implacable.


¡Abrid fuego! —ordenó el capitán Lucio.

Una lluvia de fuego de bolter cayo sobre la horda tiránida, que no pareció inmutarse.

¡Seguid presionando! —ordenó, una vez más.


Pero los tiranidos eran demasiados, y finalmente llegaron al combate...

¡Matadlos a todos! —bramó Lucio.

La marea de gantes cargó contra los marines, que no dudaron en hacer lo mismo.


¡Carnifex!¡Cuidado! —gritó un marine.

Pero era tarde, pues el carnifex cargó contra la escuadra de devastadores de forma aplastante, aniquilándola. 



¡Aguantad! —gritó Lucio, mientras cargaba al carnifex—. ¿Dónde están los refuerzos?

¡No, capitán! —le dijo su apotecario—. ¡Sus heridas no han sanado totalmente!

Pero aunque el apotecario estaba en lo cierto, Lucio no escuchaba. Muchos de sus hermanos habían caído ya y la sangre hervía por sus venas. La rabia poco a poco se apoderaba de él.


Entonces, una escuadra de exterminadores que esperaba en el teleportarium, apareció flanqueando a los tiránidos.




Pero los tiránidos seguían llegando, y criaturas de mayor tamaño se acercaban. El tervigón que los acompañaba hacia casi ilimitado su numero, pues a medida que los gantes caían, este engendraba más.



¡Señor, este flanco está cayendo! —gritó un marine intercessor—. ¡Se acerca otro carnifex!

¡Malditas criaturas del infierno! —maldijo Lucio—.¡Aguantad, marines!

Pero mientras, en el otro flanco, el suelo se estremeció. Un mawloc emergió del suelo, acabando con todo a su alrededor.


¡Exploradores, triangulad la posición!¡Enviad estas coordenadas a la nave! —ordenó Lucio por telecomunicador—. Si caemos, caerán con nosotros.

¡A la orden, capitán! —respondieron.

Un segundo carnifex se unió al combate del primero, que aguantaba los embates de Lucio.




¡Muere de una vez, maldita criatura del averno! —gruñó Lucio, mientras su espada de energía atravesaba la cabeza del carnifex, abatiéndolo—¡Eres el siguiente! —gritó mientras señalaba con su espada al otro carnifex.

Pero los tiranidos no sienten miedo, por lo que el combate siguió su curso.


Por otro lado, la escuadra exterminadora combatía contra un tiranido prime, y una escuadra de asalto intentaba tumbar al mawloc.




Por el flanco de Lucio, los marines seguían cayendo mientras más y más gantes eran engendrados por el tervigon. A lo lejos, mas tiranidos se acercaban.




¡Lucio, necesitamos otra estrategia! —gritó el apotecario.— ¡Lucio!

Pero Lucio no escuchaba. Solo quería aniquilar a los tiránidos, que parecía que lejos de reducir su número, crecían.



Por su parte, los exterminadores acabaron con el prime, y fueron rápidamente a ayudar a sus hermanos con el mawloc.


Pero éste era un adversario formidable y sus enormes garras atravesaban las armaduras marines con facilidad.


¡Lucio, maldita sea! —gritó mientras se lanzaba contra su capitán.

Por un momento, volvió su cordura, solo para ver el horror. El carnifex acabó con el apotecario con suma facilidad, partiéndolo en dos con sus garras.

¡No! —gritó Lucio, sabiendo que había sido culpa suya.

Miro a su alrededor durante unos segundos. Todos sus marines estaban muriendo. No había salida. Era todo o nada.

Exploradores —dijo Lucio con voz seria —.Que bombardeen el área. Que no quede ni uno.

Si, capitán. —contestaron.

Lucio cayó en un último embate contra el carnifex, mientras el resto de sus marines eran aplastados por los innumerables gantes. Sus exterminadores acabaron con el mawloc, pero sus espasmos agónicos mientras moría acabaron con todos ellos. 




El último explorador con vida dio la orden final.

Arrasad el área. Que el emperador se apiade de nuestras almas...


A los pocos segundos, una enorme salva devastó el campo de batalla, acabando con todo lo que seguía con vida.

¡Tenemos que bajar ahí en busca de supervivientes!¡Rápido! —ordenó un marine desde la nave—.¡En marcha!

Continuará...


2 comentarios:

  1. Me ha encantado. Gracias por compartir tu narración y fotos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Me alegro de que te haya gustado :D! ¡Gracias por pasarte y comentar!

      Eliminar